Caicedo, nuestro municipio, está ubicado en la subregión Occidente del departamento de Antioquia. En este pueblo, cafetero y pequeño, vivimos aproximadamente 8000 personas cobijadas por verdes y azules faldas montañosas.
Somos reconocidos como un pueblo que marcha, un pueblo que camina y defiende sus derechos de forma colectiva y pacífica. Como caicedeños sabemos que construir paz comienza por un esfuerzo individual, que al articularse con otros, al modo de las madreselva, lentamente echando y enredando sus ramas y raíces en cada habitante de la comunidad, nos ha permitido forjar nuestro pueblo y ser reconocidos como primer municipio noviolento del país.
La Noviolencia ha sido nuestra estrategia para hacer frente a la estigmatización y el señalamiento, pues fuimos corredor de distintos actores del conflicto armado y lugar de tres tomas guerrilleras. Este camino comenzó en 2002, cuando al ver la cosecha cafetera usurpada por personas armadas, llevamos nuestros sacos de café hasta el Puente El Vaho, sobre el río Anocozca: esa fue nuestra primera declaración de Noviolencia.
Desde ese momento, hemos hecho esfuerzos para permanecer unidos contra la violencia. El camino lo hemos forjado a través de marchas pacíficas y caravanas de paz, con la certeza de que así construimos comunidad y defendemos nuestro café, protagonista de la economía del municipio, de nuestro día a día en el campo y símbolo de nuestra unión como campesinos.
Este sitio web hace parte de esa serie de esfuerzos: una construcción colectiva que busca visibilizar nuestros ejercicios de memoria. Un espacio desde el cual compartimos nuestras comprensiones sobre el territorio, promovemos reflexiones y preguntas que deseamos lleven a acciones, para continuar construyendo la anhelada paz. Es también una invitación a que nos visiten, queremos contarles cómo vivimos la Noviolencia.
De acuerdo a esas premisas, con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica, desarrollamos este proceso y producto en que. Confluimos distintas generaciones. Desde nuestras diferentes experiencias y perspectivas nos vinculamos para reconocernos y presentarnos al mundo como memoria viva de la Noviolencia; gente dispuesta a perdonar, amar, vivir de forma honesta y comprometida con las acciones e iniciativas de construcción de paz.
Vivimos el hacer memoria como un proceso de transformación: reconocemos los eventos violentos como parte de nuestra historia, recordarlos nos produce dolor, pero también ha sido la posibilidad de continuar sanando nuestras heridas con actos de paz y convivencia. Para nosotros hacer memoria individual y colectivamente fue reafirmarnos como personas noviolentas y trabajar en el legado que queremos dejar a las nuevas generaciones y es también una oportunidad para escuchar lo que ellas tienen para enseñarnos. Porque entendemos bien y nos reafirmamos en esta frase: ¡Fuimos, somos y seremos noviolentos!