“Conservar la memoria nos permitirá recordar a esas valerosas personas que enfrentaron a los violentos con el poder de la palabra” (Tomado del proceso, fotomemoria)
El puente Vaho de Anocozca debe su nombre al vapor y la humedad que despide la quebrada que atraviesa; el fenómeno natural se entrelaza con el nombre de la vereda situada en la parte superior “Anocosca”, que nombra también la quebrada, pues así era reconocida la cacica de un pueblo indígena que vivió en ese territorio. Hoy el puente es un paso obligado para entrar o salir de Caicedo.
Por efecto del conflicto armado el puente se convirtió en símbolo de violencia, oscuridad y desasosiego. Las acciones de integrantes de las Farc, como la instalación de retenes, hicieron de este espacio un sinónimo de muerte y un instrumento de miedo.
Fue también el escenario del secuestro del gobernador Guillermo Gaviria Correa y el comisionado de Paz Gilberto Echeverri Mejía, en 2002. Habíamos recorrido 35 kilómetros desde Santa Fe de Antioquia en la marcha por la Noviolencia y la reconciliación, cuando el gobernador y el comisionado fueron abordados por guerrilleros. Los vimos irse pero no regresar.
Hoy volvemos al puente a través de la memoria para reconocer que este es también el lugar donde nacimos como noviolentos. Es el corazón de la Noviolencia, donde emprendimos las caravanas del café en el 2002 y nos movilizamos con el poder de la palabra y la resistencia civil para evitar que los armados se llevaran tres de los camiones cargados con los granos de café; es el espacio donde también resistimos -sin éxito-, en la cuarta caravana del café en el mismo año a que la cosecha nos fuera arrebatada por guerrilleros.
Aquí empezó la dignificación de Caicedo, el pueblo marchante, el pueblo que camina. En este lugar, el 5 de mayo de cada año, para honrarla y celebrarla en lugar de conmemorar la muerte desarrollamos el “día por la vida”. Además hemos comprendido que para avanzar en medio de un pasado que a veces produce miedo y para evitar que el terror se replique, es necesario actuar recordando que la paz se logra actuando en paz y Noviolencia, enseñanzas que nos legaron Guillermo Gaviria Correa y Gilberto Echeverri Mejía.
Las placas conmemorativas del aniversario del asesinato de Guillermo Gaviria Correa, Gilberto Echeverri Mejía y los 8 militares con quien compartían cautiverio, promueven la memoria de nuestro municipio, pero es en sí, nuestro municipio, memoria de resistencia y de vida.
El siguiente archivo de prensa fue facilitado por el periódico El Mundo, para documentar todo lo sucedido en torno a la Noviolencia y la marcha de la Noviolencia en el año 2002. A continuación encontrarás las publicaciones especiales de El Mundo entre el 20 de abril de 2002, hasta el 28 de abril del mismo año.
Este e-book comienza con la recopilación de las publicaciones que el Periódico EL MUNDO hizo para acompañar la Marcha de la Noviolencia y reconciliación con Caicedo, como una de las iniciativas pedagógicas en el camino de la Noviolencia trazado por el ingeniero-gobernador Guillermo Gaviria Correa, en compañía de su asesor de paz, Gilberto Echeverri Mejía.
Las voces de los reporteros pasan del tono jubiloso a la angustia, cuando en el puente de El Vaho, a 5 kilómetros de culminar la marcha, los caminantes son detenidos y sus líderes se enfrentan al reto de probar si el discurso de la Noviolencia, personificado en ellos, podría llegar a conmover a uno de los actores más perversos de la violencia en Colombia; la guerrilla de las Farc, sus secuestradores.
Transcurre un año y las publicaciones van dejando plasmados los clamores de un pueblo que espera el retorno de sus gobernantes y una señal de humanidad de parte de sus captores.
Los relatos se tornan en llanto al tener que registrar la masacre que convierte en mártires a los cautivos, constata la irracionalidad de las Farc y deja a un pueblo dividido entre la esperanza de seguir buscando la paz por el camino de la Noviolencia, o tomar la paradójica senda de la guerra para alcanzarla.
Pasan los años, y el ojo periodístico sobre lo acontecido se concentra tanto en los avances de la investigación penal de la masacre, que termina por dictar sentencia condenatoria contra el Secretariado de las Farc (Verdad y Justicia), como en los caminantes noviolentos que siguen enarbolando las blancas banderas de sus líderes inmolados (Legado).
Es en estas últimas publicaciones cuando va emergiendo el pueblo de Caicedo, sus gobernantes, sus jóvenes, sus sacerdotes, sus campesinos, como el más auténtico y conmovedor ejemplo de vida de ese legado. Con su búsqueda de otras alternativas para solucionar la violencia que los asediaba como a pocos, las bellas gentes de Caicedo honran la memoria y expresan su gratitud a quienes entregaron sus vidas por ese mismo ideal.
Bien sabían Guillermo y Gilberto que trazar caminos y emprenderlos, no es garantía de terminarlos. Pero ellos nunca dejaron de caminar, y al cruzar el puente de El Vaho y acceder a tomar el difícil camino de enfrentar con la fuerza del amor y la razón a los violentos, lo que hicieron fue precisamente no desviarse de esa senda. Es por eso que ese puente sobre las aguas del Anocosca se convierte en la gran metáfora: muchos, casi todos, nos quedamos sin cruzarlo. Ellos y con ellos muchos en Caicedo, decidieron avanzar.
Desde el secuestro, Guillermo escribió una carta a nuestro padre, en la que le decía: “Solemos querer lograr transformaciones sociales en meses, cuando ellas requieren generaciones y además un poco de, o mucha suerte. Yo sé, Padre, que sembrar y promover una forma tan exigente de entender nuestro papel en la sociedad constituye un reto que demandará el compromiso de una vida, y también sé que en Colombia hay mucha gente, entre nuestros “dirigentes”, que creen que “somos demasiado violentos” para lograr que las ideas que han promovido personajes como Gandhi, Luther King y el mismo Jesucristo penetren en nuestro modo de pensar y modifiquen nuestra forma de actuar, de enfrentar injusticias, problemas y la propia violencia. Llámese terquedad, yo prefiero pensar que es perseverancia; continúo pensando que más temprano que tarde el pueblo antioqueño y por qué no, Colombia, van a buscar el apoyo que ofrece la Noviolencia”.
Truncada esa perseverancia, nuestros dos líderes no alcanzaron a imprimirle toda la fuerza a una visión que ellos ya tenían con una claridad absoluta. De allí el gran dolor por su ausencia. Muy diferente sería el presente si su capacidad de aportar ideas y obras se hubiese respetado. Bien podemos imaginarlo con el siguiente pasaje también escrito desde el cautiverio por Gilberto: “Cumplimos un año de retención. El país sigue (en su mayoría) sin entender qué ocurre, por qué ocurren las cosas que pasan; su dirigencia sigue “ausente de las realidades”; Guillermo y yo hemos sobrevivido en unas condiciones para las cuales no estábamos preparados, hemos aprendido muchas cosas sobre el país, la gente, y nosotros. En verdad no somos los mismos (…) soy menos egoísta, más positivo, más humano, mi capacidad para conceder es más amplia y menos condicionada.”
Corresponde entonces a quienes compartimos con ellos esta visión, cruzar de una vez por todas El Vaho y continuar la marcha, pero cada vez más unidos. Encontrar a otros compañeros de viaje es difícil, pero no imposible. En esta perspectiva, quisiera resaltar el invaluable aporte que Caicedo, con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica, hacen con este sitio web al movimiento de la Noviolencia en Colombia.
Irene Gaviria Correa.
En este proceso, con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica, construimos nuestra comprensión sobre la Noviolencia para poder compartirla
Ir al PDF